domingo, 16 de agosto de 2015

La bodega de Perón



Texto: Enrique Pfaab

Foto: Horacio Rodríguez

Juan Domingo Perón tuvo su bodega en Mendoza. Todavía están en pie y en buen estado los imponentes edificios y un lujoso chalet. Pese a la importancia histórica que tiene este detalle de la relación entre el tres veces presidente de la Nación con la provincia de Mendoza, es un recuerdo que ha sido diluido por el paso de los años y que ya pocos rememoran, salvo los habitantes de la región en donde estuvo la Bodega Piperbo. El gurú económico de Perón, Miguel Miranda, también tuvo una propiedad en la zona, en donde el general y Eva Duarte se alojaron en 1947, y posiblemente haya tenido una estrecha relación con la bodega. Pero, como ocurre con toda la vida del fundador del justicialismo y también en la de ese movimiento, la historia y el mito se entremezclan y confunden. En el acta de constitución de la sociedad de esa bodega no figura el apellido Perón y tampoco el de los supuestos socios, Pistarini y Borlenghi.

Isla Chica, Maipú. Allí, el río Mendoza es casi un recuerdo. Apenas es un hilo de agua que corre manso en medio de un enorme cauce prácticamente vacío. Son terrenos bajos. A la derecha, y dirigiéndose desde el oeste, justo antes de cruzar el puente, un cartel banco apenas legible anuncia que por ese camino de tierra que nace hacia el sur está la bodega Cavas Santa Bárbara. Allá se ve, detrás de los viñedos y como a 700 metros, un conjunto de edificios.

Una entrada arbolada desemboca en el medio del establecimiento. El lugar conoció mejores épocas, pero aún es imponente. Grandes galpones muy bien construidos, dos amplias casas que fueron para alojar a los empleados. Más allá, un chalet, una piscina revestida con piedras y la vivienda del casero. El chalet y algunos de los galpones lucen en su frente una inscripción con letras de hierro: “La Juanita - 1948”.

“Sí. Esto era Piperbo, por Pistarini, Perón y Borlenghi. Y Perón era el general Juan Domingo Perón”, dice el joven que oficia de encargado del establecimiento. Sus dichos concuerdan con el relato de los lugareños y también, en parte, con una de las pocas personas que se tomaron el trabajo de reconstruir la historia de Isla Chica: Alicia Montero de Belvisi, autora de Pioneros de Isla Chica (1998).

Con sus actuales 82 años y ya radicada en otro punto de la provincia, doña Alicia le dijo a este medio: “Ellos (por Pistarini, Perón y Borlenghi) llegaron un día en una avioneta. Les gustó el lugar y se lo quedaron. No sé cómo fue la operación. Hicieron algunas obras (por el chalet y los galpones) y después perdieron interés y lo dejaron. En realidad, nunca manejaron la bodega ellos mismos ni se los vio mucho por acá”, sostuvo. Montero además dijo que “Perón le puso La Juanita por una muchacha que él conocía”.

El “amiguito” de Perón

Ahora, si la sílaba “per” era por Juan Domingo Perón, ¿“pi” era de Juan Pistarini, ministro de varios gobiernos entre las décadas del ’30 y el ’40, quien impulsó grandes obras en épocas peronistas y cuyo nombre hoy identifica al aeropuerto internacional de Ezeiza? Y Borlenghi ¿era Ángel Gabriel Borlenghi, sindicalista, socialista y ministro del Interior de Perón, a quien muchos califican como el segundo hombre en su gobierno? Demasiadas coincidencias.

Pero esas coincidencias pueden ser datos irrefutables si se tienen en cuenta que uno de los que sí supuestamente figuraban como socios en Piperbo era Miguel Miranda, el hombre que dirigió los destinos económicos del país en la primera presidencia de Juan Perón. Formalmente fue presidente del Banco Central de la República Argentina y titular del Instituto de Promoción de Intercambio, ente conformado el 22 de julio de 1947 por el entonces jefe del Poder Ejecutivo Nacional.

No sólo eso. Miranda hizo construir un coqueto chalet en Mendoza, puntualmente, sobre el costado este del carril Chimbas, en Palmira, unos 300 metros al sur de lo que es ahora la Ruta Provincial 50. También allí montó una conservera –luego sería la fábrica Noel–, que también algunos recuerdan como Piperbo . En sus adyacencias había un segundo chalet para huéspedes. Hasta allí, el martes 8 de abril de 1947 llegaron para alojarse el presidente Perón y su esposa, Eva Duarte, quienes permanecieron por tres días.

“Sí. Fue construido por orden de Miguel Miranda, y en una casa que estaba aquí cerca y que ya no existe estuvieron alojados Perón y Evita”, confirma el casero del lugar, Ángel González. La propiedad fue vendida hace poco tiempo por los herederos de Miranda y ahora la están restaurando. Tiene el mismo estilo arquitectónico que la bodega de Isla Chica. Todavía se conservan ahí muchos muebles, cuadros y demás objetos. Entre ellos se destacan un busto de Miranda y una fotografía enmarcada en donde se lo ve a Miranda y, supuestamente, a quien era en ese momento embajador de Uruguay. Entre medio de ellos “está Perón, muy jovencito”, dice González. Es difícil reconocer al general en esa foto.

En 1957, ya en el exilio, el ex presidente Perón escribía algunos recuerdos. “Comenzamos a estudiar la realización de la primera etapa de la independencia económica: la recuperación de la deuda y la compra de los servicios públicos. Llamé a una reunión privada a los técnicos en economía más calificados. Me perdí diez horas (…) Me quedé defraudado, pues conversaron mucho, no dijeron nada y lo poco que trajeron no lo entendí (…) Uno de ellos me dijo: ‘Señor, usted debe gastar tantos miles de millones que ni tiene. Si no tiene dinero, cómo quiere comprar’, a lo que yo respondí: ‘Amiguito, si yo tuviera el dinero, no lo habría llamado a usted’ (…) Me convencí de que no era asunto de técnicos, sino de comerciantes, y llamé a mi gran amigo don Miguel Miranda, el Zar de las Finanzas Argentinas, como algunos le llamaron. El había empezado como empleado con noventa pesos de sueldo y en diez años había levantado treinta fábricas (…) Era un verdadero genio. Fue allí mismo que entregué a Miranda la dirección económica, creando el Consejo Económico Nacional y nombrándolo presidente”.

La historia

En 1905 llegó al país el francés Augusto Champán. Compró cerca de 500 hectáreas en Isla Chica y allí plantó cepas de su tierra natal. Construyó una primera bodega, pequeña y de adobe. Champán falleció en 1943 y, tiempo después, sus hijos le vendieron la propiedad a la sociedad Piperbo.

Si bien para todos –incluidas fuentes del Instituto Nacional de Vitivinicultura– esta sigla correspondía a los apellidos Pistarini, Perón y Borlenghi, en el acta constitutiva de esta sociedad no figura ninguno de estos apellidos, sino los de ocho socios cuyos nombres no coinciden con esta denominación.

El acta está firmada en Buenos Aires en 1952.

El tiempo, las siglas y el mito

En 1905, los dominios del francés Augusto Champán eran de 500 hectáreas. En los tiempos de Piperbo eran de 350. En la actualidad, esa finca es de unas 150 hectáreas y es de una sociedad que conforma Cavas Santa Bárbara. Uno de los integrantes de esa denominación recordó que “la propiedad le fue comprada a un apoderado de la firma Piperbo. En alguna de la documentación de esa firma figuraba Miguel Miranda, aunque no como socio”. Además coincidió en señalar que “siempre se ha sostenido que la sigla era por Pistarini, Perón y Borlenghi”. También acotó: “Nos han contactado desde la Municipalidad de Maipú para poner un busto de Perón, pero antes preferimos tener la total seguridad de que hubo una relación directa entre esa sociedad y el ex presidente”. En marzo de 2011 fue presentado en sociedad el vino El Justicialista, de la bodega Las Colonias, propiedad de Herbert y Helmut Ditsch. En junio pasado, en la cena de bienvenida que se les ofreció a los mandatarios en la Cumbre del Mercosur que se realizó en la histórica bodega Escorihuela, en Mendoza, se mencionó que allí se elabora todavía el vino preferido de Juan Domingo Perón: Pont L’évêque.

Posiblemente no haya necesidad de disputarse preferencias ni de crear nuevas marcas. Tal vez, sólo tal vez, Juan Perón haya bebido su propio vino. O quizás todo sea parte del mito.

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