jueves, 13 de agosto de 2015

El nazi de las papas


¿El homicidio de un biólogo nazi en Ugarteche? Sí, por más que asombre y parezca imposible.


 El 17 de diciembre de 1991 el teniente SS Nº3.498.152 Untersturmführer (líder en la tormenta), Heinz Brücher (76), fue asesinado en la finca Cóndor Huasi. El lugar está casi olvidado y en su entrada todavía se puede ver un águila de hierro, tal cual la imagen que identificaba a las Schutzstaffel (escuadras de defensa) conocidas como SS, el brutal cuerpo del Tercer Reich.
Brücher era un botánico y genetista alemán nacido el 14 de enero de 1915 en la ciudad de Darmstadt, en el Estado alemán de Hesse. Integró en la Segunda Guerra la Unidad Especial de Ciencias de la SS Ahnenerbe, conocida como la “Sociedad para la investigación y enseñanza sobre la herencia ancestral alemana”.
Finalizada la Guerra, Brücher emigró a la Argentina y trabajó como profesor de Genética y de Botánica en la Universidad Nacional de Tucumán, y en proyectos genéticos en la UnCuyo.
El diciembre de 1991 el cuerpo sin vida de Brücher apareció maniatado en la finca de Ugarteche, donde había vivido las últimas décadas y donde había creado una especie de papa endémica que lleva su nombre, y cuya existencia todavía genera fuertes polémicas, no en Mendoza,donde ha sido casi olvidada, sino en Chile y en otros países latinoamericanos.
La violenta muerte de Brücher nunca fue esclarecida. Se la investigó como si hubiera sido producto de un intento de asalto, pese a que en su propiedad no faltó nada. Algunos aseguraron que el científico alemán había descubierto un virus que mataba las plantas de coca y que estudiaba la forma de propagarlo. Entonces miembros del narcotráfico habrían decidido evitar ese riesgo y asesinaron al creador de la fórmula. Sin embargo, esta teoría nunca fue constatada y quedó como otra de las hipótesis que se tejieron en el caso, que nunca fue resuelto.
“Un supuesto expediente perdido y una tumba olvidada en el cementerio de Luján guardan el último secreto del SS exiliado. ¿Quién lo mató? Ese es sólo uno de los misterios...”, escribió en diciembre de 2008 la periodista Mariana Guzzante, en una nota para un matutino provincial.
A pesar de que aquí es una figura casi olvidada, Bücher y su trabajo siguen generando inquietud en el ambiente de las ciencias y especialmente en aquellas que estudian la manipulación genética de los vegetales. Esta inquietud tiene fundamentos y para buscarlos hay que retroceder a junio de 1943 cuando el teniente, por entonces de 27 años, integró una expedición de las SS que ingresó en la URSS. Con él iban el capitán SS Hauptsturmführer Konrad von Rauch y un intérprete identificado sólo como Steinbrecher.
La comitiva logró apoderarse de una gran parte de la más grande colección de semillas que había reunido metódica y trabajosamente el genetista y biólogo ruso Nikolái Ivánovich Vavílov. Los alemanes lograron saquear las estaciones de investigación agrícola de los territorios ocupados por las tropas alemanas, pero no pudieron apoderarse de uno de los más importantes, que estaba en Leningrado.
El grupo de Brücher llevó las semillas al Instituto de Plantas de las SS, que había sido montado en el castillo de Lannach, en la ciudad de Graz, en Austria.
En el verano europeo de 1943 Brücher sembró varias muestras de cebada y de trigo, y aseguró que sólo necesitaba otras dos primaveras para obtener semillas genéticamente mejoradas.
Pero el experimento del genetista fue abortado por la inminente derrota alemana en el invierno de 1945. Los jefes nazis le ordenaron al biólogo destruir los 18 centros de investigación para evitar que cayeran en manos soviéticas. Pero Brücher no acató la orden, al menos no a rajatabla, y guardó muestras de la mayoría de las semillas y emigró a Sudamérica.
Los registros dicen que ingresó en la Argentina y en 1948 fue profesor de Genética y de Botánica en la Universidad Nacional de Tucumán. Luego se radicó un tiempo en Caracas, después en Asunción y finalmente, se asentó en Mendoza, intercalando algunas estadías en Buenos Aires. Su existencia pasó casi inadvertida por la mayoría hasta que apareció asesinado en su finca en 1991.
Que muchos nazis se refugiaron en Argentina luego de la Guerra es un hecho que es imposible de negar, pese a que la mayoría prefiere olvidar esta oscura realidad histórica. Cuando se pregunta sobre ese pasado quienes tienen algunas respuestas sólo dan contestaciones difusas.
Por esto hay más tinieblas que claridad sobre el pasado mendocino del teniente Brücher, sobre su trabajo en la finca Cóndor Huasi y sobre su violento final.

Contactan desde el exterior

En 2002 fui contactado por un equipo de trabajo de la cadena televisiva estadounidense Univisión. Querían confirmar una hipótesis: que la tumba de Adolf Hitler estaba en el cementerio de Villa La Angostura, en la provincia de Neuquén. La teoría posiblemente haya sido alimentada por el descubrimiento en Bariloche, en 1994, del ex SS Erich Priebke, partícipe en la Masacre de las Fosas Ardeatinas (Italia, marzo de 1944).
El caso es que luego de un trabajo de producción de un par de semanas, sólo se logró ubicar a un supuesto gnomo de carne y hueso, y a una decena de testigos que aseguraron tener contacto fluido con esta criatura.
También se encontró una vidente que había ayudado a esclarecer el homicidio de una mujer, cuyo cadáver había sido escondido por su asesino y que resultó ser su amante despechado.
Además, se hallaron unas 15 personas que aseguraban haber visto a Nahuelito, la versión barilochense del monstruo del Lago Ness. En este caso el bicho cada tanto aparecía en el cristalino Nahuel Huapi, le pegaba un susto a los curiosos y se volvía a sumergir por meses. Pero de Hitler o de su tumba, ni rastros. Pese a ello el equipo de TV fue a la zona e hizo su trabajo con el gnomo, la vidente y el monstruo, y se olvidó del Führer.
No obstante, la tumba de Adolf Hitler parece ser una de las más inquietas de la historia. También fue ubicada en el mendocino cementerio de Palmira. La versión la hizo correr el escurridizo Max Gregorcic, cabeza de varias causas por estafa.
Era 1987. Este personaje ya estaba acorralado por la Justicia y lanzó la versión de que Hitler había vivido en Palmira, que había tenido dos hijos y que había fallecido hacía poco tiempo. También sostuvo que su cuerpo estaba sepultado bajo el nombre de Karl Martin Hunger. Mientras Gregorcic escapaba a Chile, la familia palmirense que tenía el apellido Hunger debió aclarar que no tenía ni un sólo punto de contacto con Hitler.
Por ahora, todo alimenta la leyenda. Lo único concreto son las papas de Brücher y su misterioso final en la provincia de Mendoza.

Texto: Enrique Pfaab
Ilustración: Diego Juri

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