sábado, 11 de julio de 2015

El tiempo perdido

En medio de la cena, corrió la silla, se paró y me dio un abrazo larguísimo, como de tres minutos. Después me dio cinco besos en la mejilla, contándolos. Después dijo: “Te extrañé y quería recuperar el tiempo perdido”. Me lo dijo así, con su vocecita de 7 años. Yo pensé: “¡No tengo que olvidar este momento, no tengo que olvida este momento, no tengo que olvidar este momento!”. En unos años, cuando llegue a la pre adolescencia, descubrirá mis defectos, sentirá vergüenza de mí, me retrucará todo lo que le diga. Después, cuando ya sea más grande, entrará en equilibrio. No seré perfecto, pero tampoco un desastre y encontraremos un territorio en donde abrazarnos con cariño, sin que ella olvide que soy apenas su padre. Esto me pasó hoy, hace un rato, y no quiero olvidarlo. 

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